jueves, julio 31, 2008

Adiós a Alejandro Aura


Alejandro Aura
(1944 - 2008)


El reconocido escritor y poeta Alejandro Aura, padre de la actriz María Aura (Y tú mamá también, 2002; Niñas Mal, 2007; Llora, 2008), murió el pasado 30 de julio como consecuencia del cáncer. Tenía 64 años. Alejandro fue uno de los escritores más prolíficos de su generación, e incluso participó en varios proyectos relacionados con el cine, la radio y la televisión; fungió como actor de cortometrajes y películas; narrador para varios documentales, además que trabajó como conductor de varios programas culturales.

Aura, quien estaba casado con la española Milagros Revenga, obtuvo en 1964 la beca del desaparecido Centro Mexicano de Escritores, y en 1973 se hizo acreedor del Premio de Poesía Aguscalientes, con Volver a casa.

Entre su obra figuran los poemarios Tambor interno, La patria vieja, Cinco veces y Varios desnudos y dos docenas de naturalezas muertas, así como la obra de teatro Xe bubulú, que escribió en 1984 en colaboración con Carmen Boullosa.

Durante la administración de Cuauhtémoc Cárdenas al frente del Gobierno del Distrito Federal, el también guionista se desempeñó como director del Instituto de Cultura, hoy Secretaría de Cultura del DF.

Estas son las últimas palabras que dejó Alejandro Aura en su blog, antes de partir de este mundo.

Hoy a las cuatro y media de la tarde, de Madrid, Alejandro se fue y en este blog que le hizo seguir adelante cada día nos dejó sus palabras para siempre.

Vuelvo a publicar su poema de DESPEDIDA

DESPEDIDA

Así pues, hay que en algún momento cerrar la cuenta,
pedir los abrigos y marcharnos,
aquí se quedarán las cosas que trajimos al siglo
y en las que cada uno pusimos nuestra identidad;
se quedarán los demás, que cada vez son otros
y entre los cuales habrá de construirse lo que sigue,
también el hueco de nuestra imaginación se queda
para que entre todos se encarguen de llenarlo,
y nos vamos a nada limpiamente como las plantas,
como los pájaros, como todo lo que está vivo un tiempo
y luego, sin rencor, deja de estarlo.

¿Se imaginan el esplendor del cielo de los tigres,
allí donde gacelas saltan con las grupas carnosas
esperando la zarpa que cae una vez y otra y otra,
eternamente? Así es el cielo al que aspiro. Un cielo
con mis fauces y mis garras. O el cielo de las garzas
en el que el tiempo se mueve tan despacio
que el agua tiene tiempo de bañarse y retozar en el agua.
O el cielo carnal de las begonias en el que nunca se apagan
las luces iridiscentes por secretear con sus mejillas
de arrebolados maquillajes. El cielo cruel de los pastos,
esperanzador y eterno como la existencia de los dioses.
O el cielo multifacético del vino que está siempre soñando
que gargantas de núbiles doncellas se atragantan y se ríen.

Lo que queda no hubo manera de enmendarlo
por más matemáticas que le fuimos echando sin reposo,
ya estaba medio mal desde el principio de las eras
y nadie ha tenido la holgura necesaria para sentarse
a deshacer el apasionante intríngulis de la creación,
de modo que se queda como estaba, con sus millones,
billones, trillones de galaxias incomprensibles a la mano,
esperando a que alguien tenga tiempo para ver los planos
y completo el panorama lo descifre y se pueda resolver.
Nos vamos. Hago una caravana a las personas
que estoy echando ya tanto de menos, y digo adiós.

Descanse en paz.

Vía | Blog de Alejandro Aura

Fimografía de Alejandro Aura

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