miércoles, julio 04, 2007

El héroe



En 1990, el estreno de Rojo amanecer (Jorge Fons, 1989) detonó un renovado interés hacia el cine de producción nacional. En poco tiempo, el cine mexicano logró recuperar a buena parte de su público, produjo cintas de gran éxito crítico y comercial, recuperó al cortometraje como formato de trabajo y, quizás lo más importante, vio surgir a una nueva generación de cineastas, actores, escritores, técnicos y espectadores, pero que aún le faltaba un camino por recorrer para llegar a consolidarse como una renaciente industria cinematográfica. Las autoridades cinematográficas trataron de aprovechar esta nueva oleada de interés y etiquetaron como "nuevo cine mexicano" a la producción fílmica mexicana de los primeros años noventa. Aunque repudiado por cineastas y críticos, el optimista apelativo fue adoptado con gusto por los espectadores, quienes lo convirtieron en sinónimo de cine mexicano de los noventa.*

No se puede hablar de la historia del cortometraje mexicano de los primeros años 90 sin mencionar a El héroe (Carlos Carrera, 1993). Este cortometraje animado sorprendió a propios y extraños, tanto por la calidad de animación como por su brutal y triste final, que denuncia claramente una realidad que está siempre presente en lo más recóndito de las estaciones del metro de la Ciudad de la Esperanza: el suicidio de miles de jóvenes al arrojarse en los rieles del metro. Todos llevamos al héroe dentro de nosotros mismos, en cualquier momento de nuestras vidas, ya sea para bien o para mal. Más aún: El héroe fue el primer corto animado mexicano en recibir premios en los festivales de Cannes, La Habana y el Zagreb World Festival of Animated Films, además de un Premio Ariel, forzando así a los directivos del cine mexicano y a las autoridades gubernamentales —quienes se hacían de la vista gorda en aquel tiempo— a apoyar claramente a los cortometrajes de diversos directores del país.

Probablemente, la gente cinéfila asocie a Carlos Carrera con El héroe, ya que resume perfectamente su manera de narrar las cosas desde una óptica bastante realista e intimista al mismo tiempo, aunque muchos lo califiquen de "cineasta denso". Este corto no deberá faltar nunca en la colección de todo buen cinéfilo, puesto que es una verdadera joya. En palabras del propio Carlos, acerca de si cambiaría algo de El héroe: “La historia sería igual, probablemente en el último vagón pondría una pareja besándose o algo así. Técnicamente arreglaría muchas cosas."

*Maximiliano Maza, El cine mexicano de los noventa (1989 - 1996).

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